Finalmente salimos de Cusco, después de estar mas de 2 meses
en esa gran ciudad que sin dudas fue uno de los puntos más intensos de todo el
camino, seguimos viaje. Nos despedimos de la familia Marmanillo (a quienes
estaremos eternamente agradecidos por todo lo que hicieron por nosotros) y por
primera vez el scoobytrip se dividió.
Como Rafa tenía ganas de visitar la selva, y Pancho y Matías ya estaban un tanto desesperados por llegar al mar, nos separamos por un par de días.
Como Rafa tenía ganas de visitar la selva, y Pancho y Matías ya estaban un tanto desesperados por llegar al mar, nos separamos por un par de días.
Pancho y Matías
salieron para Lima, y con ellos también viajo Michelle, una amiga que conocimos
en Cusco que viajaba a Lima para visitar a su familia y amigos. En el camino pasamos por Nasca, y como para
ver las famosas líneas hay que subirse a una avioneta (que ni siquiera
preguntamos el precio…) nos limitamos a verlas desde una torre que está
construida a un costado de la ruta con precio de mochileros. También pasamos
por Ica, donde paramos a dormir y a conocer una especie de “oasis” que hay en
el medio del desierto. Ahí intentamos
hacer sandboard, pero el calor y la temperatura de la arena hizo que solo sea
eso, un intento.
Llegamos a Lima, donde la madre de Michelle nos recibió con
unas milanesas con papas fritas (de tanto que le hablamos a Michelle de esa
comida en los 1000km que hicimos, la convencimos! GRACIAS!!!) y salimos a
conocer la capital peruana. La ciudad es muy linda y pudimos sacarnos las ganas
de ir a la playa… el agua estaba bastante fría como para meterse, y recordando nuestra ultimo baño en el
Pacifico (en Chile), preferimos solo admirarlo desde la arena.
Michelle nos llevo a conocer el Parque de la Reserva, donde
hay unas cuantas fuentes con aguas danzantes, luces, música y proyecciones en
el agua. El lugar esta muy bueno, pero para quienes vayan a visitarlo,
recomendamos llevar un cambio de ropa porque salimos completamente mojados.
En Lima teníamos a Pepe “Kombiman”, nuestro amigo kombinauta
que nos recibió con su familia de la mejor manera (Gracias Pepe, Silvia y
Diego!!). Justo el fin de semana que llegamos había un encuentro de VW y Pepe
nos llevo. Estuvo muy bueno, conocimos mucha gente y muchos vochitos y kombis.
En el encuentro nos regalaron unas remeras y ganamos un sorteo por una correa
para el alternador!!, la Scoobyneta se llevo un chiche de repuesto. Después
Pepe nos invito a comer a un típico bodegón, donde compartimos unas cuantas
anécdotas kombinautas.
Al día siguiente Rafa llegaba a Lima, para contarnos de la otra parte del viaje y mientras nos
tomábamos unas cervezas en el barrio de Barranco, Rafa empezó atar los cabos
sueltos de los días ausentes.
(voy a empezar a redactar en primera persona por qué me resulta más fácil!)
(voy a empezar a redactar en primera persona por qué me resulta más fácil!)
De cusco me fui para Quillamaba, “la ciudad del eterno
verano”, un hermoso lugar que era el paso obligado para llegar “al pongo de
Imainique”, una cascada ubicada rio adentro, en los márgenes del rio Urubamba (es el mismo rio
que pasa por aguas calientes, que llega
hasta el amazonas). La parte emocionante
del viaje empezó en el camino hacia el pongo. Para llegar a este lugar desde
Quillabamba, tuve que tomar un micro hasta un pueblito llamado Ivochote, el
viaje fue largo, duro 11 horas y la ruta era de pura tierra blanda, por causa
de las lluvias. Un detalle fue que el bus a la mitad del viaje se rompió y hubo
que esperar 2 horas para que llegue el
relevo. Cuando llegue a este pueblito de dos cuadras, dormí en el único hostal
que había. Ivochote es el último punto de la precaria ruta, desde ahi solo se
puede seguir en bote. Esa mañana, Salí al rio para preguntarle a los pescadores
cuanto me cobran para ir a la cascada, y como si fuera una película, fumándome
un cigarrillo, viendo el rio, se acerco un tipo y me dijo “¿para dónde
vas?” y al contarle mi historia de ir al
pongo, me cuenta que él pertenecía a un grupo de médicos del estado Peruano y
que al próximo día salían a recorrer por
40 días todas las comunidades de la selva Peruana. Luego de comer con él y contarle la historia
del scoobytrip, me llevo a un bar con el resto de los médicos, que estaban
festejando su último día antes de entrar en acción, tomando cerveza desde
temprano. Como tengo el no difícil, me uní a la mesa. Todos juntos me invitaron
a ir con ellos y llegar a una isla llamada Camisea, donde no solo iba a ver el
Pongo de Mainique, sino que iba a conocer a una comunidad aborigen. El plan era perfecto, desde esa Isla salen
vuelos a Lima, ya que hay una planta de gas de Repsol, y como ellos tienen
acceso a los vuelos por ser parte del estado, en teoría me podían dar un pasaje
de avión. Pero hubo un mal entendido, ellos me dijeron
“salimos a la mañana”, para mi la mañana eran las 7 y para ellos la mañana eran
las 6. Cuando me desperté, me conto un pescador que los médicos le comentaron:
“el argentino se cago”. Ese fue el fin
de mi estadía en la selva. Me consolé pensando que por algo pasan las cosas y
me quede tranquilo por todo lo vivido. Al otro día me volvi para Quillabamba y
de ahí de nuevo a Cusco, donde otra vez pude disfrutar de la compañía de nuestra familia adoptiva , Los Marmanillo,
que me recibieron de nuevo con los brazos abiertos y mucha comida. Luego de dos
días de estar con ellos, Viaje a Lima.
Otra vez con Rafa entre nosotros, el Scoobytrip volvía a su formación oficial. Estuvimos un
dia en Lima recorriendo los lugares mas lindos que conocimos para que él no se
los pierda luego de ser guias turísticos, emprendimos viaje rumbo al norte. Paramos en Trujillo, y fuimos a la playas de
Huanchaco, la temperatura del mar empezaba a ser un poco más amigable y las
playas más lindas.
De ahí nos fuimos para Mancora, la famosa playa del norte de
Perú. Tuvimos el privilegio de poder
estacionar la Scoobyneta en la playa, asi que vivimos unos cuantos días a un
par de metros del mar, un lujo. Ahí conocimos a Julien e Yseult y su gran perro
Kamtar, ellos son franceses y viajan en su camión por Sudamérica. El camión está
equipado como un departamento, hasta tiene calefón para bañarse con agua
caliente!!. Cuando llegamos a la playa vimos su camión y el de otra familia
francesa, asi que estacionamos la
Scoobyneta al lado y formamos una especie de vecindad playera. Al primero que
vimos fue a Kamtar, un pitbull que estaba cuidando la casa y nos dio un poco de
miedo, pero cuando finalmente lo conocimos nos dimos cuenta que era un gran
amigo. Pasamos unos cuantos días con Julien, Yseult y Kamtar en la playa, y
cada vez que ellos intentaban seguir viaje, los reteníamos diciéndoles el menú
que íbamos a preparar a la noche.
Aprendimos unas cuantas palabras en francés para poder darle
ordenes a Kamtar, y no había piedra que tiremos y que el no traiga…algunas del
tamaño de una pelota de futbol…. Por suerte solo usaba la mandíbula para morder
piedras.
Y un dia en la
vecindad apareció un loco en bicicleta que merece una nota aparte…
Leo, es de Rio de Janeiro y está haciendo un viaje por Sudamérica
en bicicleta!!! El salió de Rio y bajo por la costa hasta Bs. As. Después subió
hasta el norte y entro a Bolivia, de ahí a Perú y llego hasta Mancora, donde lo
conocimos. Hizo aproximadamente 8000km en 10 meses… si, solo 3 meses más que
nosotros en la Scoobyneta…
Los amigos franceses se iban a ir y logramos retenerlos una
noche mas con unos choripanes playeros. Asi que hicimos cena de despedida y al día
siguiente siguieron con el viaje para el sur. Como a Leo se le acababan los
días de su visa en Perú, y todavía le faltaban unos 200km para la frontera, le
ofrecimos alcanzarlo, así subimos a Caisara (su bicicleta) al techo de la
Scooby y salimos juntos para Ecuador. La nota de color es que en Mancora, el último
día compramos 2 tablas de surf antes de salir a las sierras ecuatorianas… así
que todavía ni las pudimos usar.
La frontera de Perú y Ecuador es muy rara…hay unos 6 kilómetros
entre una y otra que como no sabíamos que era, lo llamamos “El Limbo”. Cuando
llegamos a la aduana ecuatoriana nos dijeron que el hombre que hacia el papelerío
para vehículos extranjeros se había ido, y volvía recién al otro día, así que
dormimos un día sin estar en Perú y sin estar en Ecuador. Después de sacar el
seguro, y hacer los papeles, entramos al país bananero. Cruzamos por kilómetros
y kilómetros de plantaciones de bananas, donde no había más que eso, bananas.
La scoobyneta sigue soprendiendonos con su nobleza…. Estábamos en una ruta
alejada, tierra adentro y de
pronto…CRACK! Nos quedamos con la palanca de cambios en la mano…se partió la
base de la palanca, pero para nuestra fortuna…justo frente había una gomeria que estaba en el medio de la nada
misma… y cuando decimos justo es justo…con la marcha que veníamos entramos en
el taller, donde casualmente tenían una soldadora eléctrica. Como Leo, el nuevo
tripulante de la scoobyneta es ingeniero
industrial, no necesitamos nada mas… en un par de minutos la kombi estaba en la
ruta de nuevo.
Llegamos a Cuenca, otra ciudad que nos sorprendió, no
sabíamos de su existencia y resulto ser una gran ciudad, muy linda y con gente
muy buena. Justo el día que llegamos era
el cierre del festival de cine, así que fuimos a ver una gran película “El
Pescador”.
Al otro día, mientras la scoobyneta estaba en una plaza, se
acercaron Fernando y su hija Samanta, una estudiante de comunicación que le
intereso nuestro viaje y nos hizo una entrevista mientras nos invitaron a cenar
(GRACIAS!!! Estaba muy rico todo).
De Cuenca nos fuimos para Guayaquil, el camino fue bastante
complicado, ya perdimos la cuenta de cuantas veces cruzamos al cordillera, ya
lo estamos haciendo como un viaje de Floresta a Paternal. Subimos a 4200msnm y pasamos por el parque nacional
Cajas, con mucha lluvia y frio. Lo gracioso es que al entrar al parque, te dan
un ticket que tenes que presentar en la salida, porque la ruta pasa por el
medio y hay 30 minutos de tolerancia para cruzar el parque. Lo que ellos no
calcularon es que la Scoobyneta viaja a la velocidad del paisaje… y la subida
que los autos hacen normalmente en 20 minutos, nosotros lo hicimos en 2 horas y
media… cuando salimos nos querían cobrar la estadía, pero no fue muy difícil
explicarles que en kombi se manjean otros tiempos.
Llegamos a Guayaquil, una enorme ciudad que tiene una
costanera llamada “Malecon” muy pintoresca y con un inmenso rio a su lado.
Luego de semejante paliza, la scooby, se nos enfermo un poquito, se desoldó el pedal del acelerador y se aflojo el
cable del embrague, nada del otro mundo que pudimos arreglar fácilmente. Lo
bueno fue que gracias a esta desgracia, conocimos a “El Llave” un viejo mecánico
de Guayaquil que luego de charlar un rato largo, nos indico donde ir a comer
más barato y solo nos cobro el arreglo 2
dólares. Tan genio era que nos invito a dormir al patio de su casa pero desistimos, ya que nos estamos
yendo rumbo a la playa.
Prometemos escribir más seguido!
Prometemos escribir más seguido!
3 comentarios:
Cada relato que agregan en el blog nos sirve, o al menos "me" sirve, para confirmar que no todo está perdido en ese derrotero del hombre en su búsqueda de un futuro mejor a ese presente que le toca vivir. Las tantísimas muestras de solidaridad que vienen experimentando, no pueden ser tomadas como obra de la "casualidad". Son el producto directo de una "causalidad". Causalidad que demuestra que el promedio de nuestra gente, mal que les pese a nuestros dirigentes, es SOLIDARIA, y esa solidaridad será la que imponga las normas en el futuro que se avecina. Normas que nos enseñarán a compartir "lo mucho que nos ofrece" el habitat que transitamos, para reemplazar la inutil pelea por defender lo poco que "creemos que nos pertenece". Sigan adelante. Hermosas las fotos que suben a la página, y no dejen de cumplir lo prometido de escribirnos más seguido.
Un abrazo para ustedes y sus compañeros circunstanciales de aventuras.
Víctor.-
RAFA SI NO PODEMOS HABLARNOS QUE EL 5 DE DICIEMBRE SEA UN MUY FELIZ DIA PARA VOS.-
EL VIEJO Y ANA MARIA
Que lindo se oye todo y se ve en las fotos realmente me encantaría hacer un viaje así de largo no se cuanto tiempo te ha llevado pero estoy para despegar en este momento.
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