Como ya es costumbre, paso mucho tiempo desde la ultima actualización
del blog.
Habíamos quedado en Quito, en la casa de Pedro e Isadora,
quienes nos recibieron como a sus hermanos.
Empezamos acomodándonos en una parte de la casa, pero como no
podemos con instinto de desplegar todo a cualquier parte donde vamos, a los 3 días
ya habíamos copado toda la casa, y terminamos durmiendo en el piso de Javier,
otro gran amigo que conocimos en la casa de los chicos.
Así que por la noche dormíamos en la casa de Javier, a la
tarde “trabajábamos” (en facebook) en la oficina de Pedro e Isa y a la mañana
desayunando en la cocina de los dueños de casa.
Pasamos el fin de semana en la casa acomodando un poco las
cosas, lavando ropa y visitando Quito.
Como era fin de semana largo, aprovechamos para ir a unas termas en
Papallacta, un lugar muy lindo donde Rafa y Pancho se inscribieron en una
competencia de natación y escalaron a lo más alto del podio, ganando un gran
plato de porotos y una cerveza.
Después de fin de semana de descanso, pusimos manos a la obra
con la reparación de la Scoobyneta en el taller de nuestro amigo Pato. Apenas
llegamos al taller, ya nos dimos cuenta que estábamos entre amigos. Era muy
gracioso escuchar cómo se hablaban entre ellos en “Argentino” (che boludo
pasame esto....che boludo pasame lo otro...).
Sin muchos preámbulos, Pato dio la orden al equipo para bajar
el motor de la Scooby y empezar a ver que tenia.
Como contamos en el post anterior, en nuestra estadía en
Montañita, se nos había roto la caja de cambios y la llevamos a “arreglar” a
Salinas, a un supuesto taller especializado en VW...la cosa fue que en ese
taller hicieron todo mal y dejaron la Kombi peor de lo que estaba... pero como
scoobytrip es un equipo que mira el lado positivo de las cosas, nos dimos
cuenta que si no fuera por estos delincuentes que además de reparar la
camioneta mal, nos cobraron una fortuna de plata, no hubiésemos conocido nunca
a Pato, quien sin dudas es una persona fabulosa.
Mientras arreglaban la Scoobyneta en el taller, nos
encargamos de solucionar otro problemita que tuvimos, los 90 días que le habían
dado a la kombi para estar en Ecuador se estaban venciendo, y la multa que se
paga por excederse estaba totalmente fuera de nuestro alcance.
Después de varios días, con tramites un tanto burocráticos,
logramos conseguir una prórroga para poder quedarnos hasta que se arregle todo
y no tener que pagar nada.
También tuvimos tiempo para aprender los secretos de la serigrafía
de la mano de Pedro, que nos regalo los elementos y nos presto su taller para
poder hacer unas camisetas con el logo del scoobytrip.
La kombi tuvo varias cirugías en el taller de Pato y después
de cambiar unas cuantas piezas, quedo lista para salir a la ruta.
Fueron unos días muy lindos para nosotros, en el taller
compartimos buenos momentos, ricas comidas y en la casa de los chicos cenas,
desayunos, cervezas, salidas y muchas anécdotas.
Así que después de hacer entrega de la camiseta de Racing a
Pato, y comer un asado que nos invitaron Pedro e Isa con sus amigos, seguimos
viaje.
Matías se fue para Bogotá a acompañar a Cami que tenía que
volverse para Buenos Aires, así que unos días antes de que la scooby salga de
Quito, ellos partieron para las tierras cafeteras.
De Quito nos fuimos para Tulcán, la última ciudad antes de
salir de Ecuador. Pasamos por la mitad del mundo (la de verdad...no la que hicieron
los franceses en el centro de la ciudad) y finalmente llegamos. Después de
hacer el trámite de migraciones conocimos a Juan y a Leti, dos chicos de
Argentina y a Robert, un amigo de Estados Unidos, así que en la frontera se volvió
a agrandar la familia, y junto con ellos tres salimos para Pasto, ya en suelo
colombiano la Scoobyneta albergaba siete personas.
Apenas entramos en la ciudad, paramos a comer algo y ya nos
recibieron de la mejor manera, unos chicos que estaban comiendo en la mesa de
al lado nos invitaron unas cuantas cervezas y nos hablaron un poco del lugar.
En Pasto pusimos en práctica algo que varios viajeros nos
recomendaron, ir a buscar hospedaje en la estación de bomberos. Así que metimos
la Scoobyneta en la estación y pasamos la noche ahí, nos prestaron el baño para
ducharnos y nos dejaron armar una carpa entre los camiones hidrantes.
La scooby, que venía funcionando de maravillas, tuvo otra vez
una falla, y otra vez grave. La caja de cambios que nos habían arreglado en
Salinas, no había quedado bien armada, y pocos kilómetros antes de llegar a
Armenia, una ciudad que está en el eje cafetero, se termino de romper por
completo. Otra vez con la misma falla que tuvimos en Montañita. Llegamos con lo
justo a Armenia y volvimos a pedir ayuda a los bomberos de esta ciudad. Pasamos
la noche ahí y al otro día nos pusimos en contacto con un grupo de VW que hay
en el eje cafetero. Nos recomendaron un taller, pero al oír el precio de los
repuestos nos dimos cuenta que estábamos en serios problemas... ya lejos de
nuestro amigo Pato, empezamos a buscar alguna alternativa para solucionarlo. Y
a que no se imaginan que paso? Si, nuestro mecánico académico, nos dijo que le
mandemos la caja de cambios por un expreso y que él la arreglaba y nos las
mandaba lista para colocar de nuevo.
Como el envió por expreso era muy caro, la solución fue cargar
la caja en un bolso (que pesaba más de 50 kilos) y Pancho se volvió a Quito
para encontrarse con Pato.
Así el scoobytrip quedo diseminado por el norte de nuestro
querido continente. Rafa en Armenia, con el resto de la tripulación, Matías en Cartagena, recibiendo a Carlitos y
Marcelo que fueron a visitarlo y Pancho en Quito, nuevamente en la casa de
Pedro e Isa.
Así que acá la historia se divide en tres.
Pancho y la caja de cambios:
Se tomo un micro y luego de algunas escalas, llego a la
frontera, donde tuvo algunos problemas para volver a entrar a Ecuador, ya que
los 90 días anuales que tienen los turistas para estar en el país se le habían
vencido. Después de explicar la situación y dando un poco de lastima cargando
ese bolso tan pesado, pudo entrar.
En su segunda visita a Quito, volvió a disfrutar de las
comidas con Pato, Pedro e Isa, tuvo tiempo para ir a escalar, a un recital de
Manu Chao, a jugar al futbol y ya que estaba...se quedo a festejar el cumple de
Pedro.
Con la caja lista y la panza llena (gracias Pedro, Isa y Pato
por las ricas comidas!!!) Pancho volvió para Armenia.
Puede que suene un poco repetitivo, a lo largo de las
historias que vamos contando siempre decimos que no tenemos palabras para
agradecer a la gente que se nos cruza en el camino... pero a su vez eso nos da
mucha alegría, porque es lo que vinimos a buscar cuando emprendimos este viaje.
Pedro, Isa y Pato nos demostraron que “allá afuera” hay gente
maravillosa, que sin esperar nada a cambio ayudan y comparten.
Como les dijimos a ellos
antes de salir, estando en Quito un señor nos dijo al escuchar nuestras
historias del viaje, que se nos cruzaba gente tan maravillosa en el camino
porque veníamos haciendo bien las cosas, y eso nos da mucha tranquilidad y
felicidad a la vez, porque sabemos que si esto es así realmente, ellos tienen
un porvenir fantástico.
La verdad que es no hay como explicar lo que se siente cuando
uno encuentra gente tan linda. Siempre vamos a estar muy agradecidos por
haberlos encontrado y esperamos que podamos volver a verlos en algún lado. Nos
llevamos de Quito una sensación hermosa y sin dudas ellos son los principales responsables
de esto.
Gracias!
Rafa en Armenia:
Con Pancho fuera de la tripulación, con Matías en Cartagena y
con la scooby estacionada en el taller, Juan, Leti, Robert, Cintia y Alan, nos hicieron el aguante y se quedaron “varados”
esperando el arreglo de la caja de cambios.
Armenia fue el primer en donde hicimos Couchsurfing, (una página de viajeros que brindan hospedaje) y gracias a esta web conocimos a Ricardo, nuestro primer anfitrión en el eje cafetero. Ricardo es un biólogo de 28 años, que cometió la locura de su vida: albergo a siete personas en su casa.
Armenia fue el primer en donde hicimos Couchsurfing, (una página de viajeros que brindan hospedaje) y gracias a esta web conocimos a Ricardo, nuestro primer anfitrión en el eje cafetero. Ricardo es un biólogo de 28 años, que cometió la locura de su vida: albergo a siete personas en su casa.
Luego de acomodarnos en dos habitaciones, pudimos disfrutar
de la calidez de la gente de Armenia y todos los días teníamos quince chicos de
diez años esperando por nosotros para jugar a la pelota (pobres nenes se
llevaron la desilusión de su vida al ver que no podemos tirar una gambeta ni de
casualidad) .Un capítulo aparte se merece la madre de Ricardo, la cual nada sabía
de la invasión que estaba teniendo en su casa; ella como una reina se tomo a la
ligera la noticia y
para agasarnos nos invito a comer nuestras primeras Arepas
Colombianas!
Luego de estar cuatro días en esta ciudad, el equipo tomo la decisión
moverse hacia Pereira. Gracias a Couchsurfing estamos conociendo gente increíble,
esta vez nuestro camino se cruzo con la genia de Lina, a la que le dijimos una
mentirita piadosa, que de éramos menos gente de la que pensaba. Poco le importo
el numero y enseguida nos hizo sentir como en nuestra propia casa. Su buen
humor y su chispa nos encendio a todos y
gracias ella hasta el mas patadura pudo bailar un poco de salsa. Rápidamente
para el resto del scoobytrip, Pereira se transformo en uno de los lugares más “chéveres”
de Colombia. El arreglo de la caja demoro más tiempo del que pensábamos, Pancho
nos dio la “mala” noticia de que iba a tardar unos días mas en arreglar la
caja, noticia que se transformo en excelente ya que todos diseminados por Sudamérica
la estamos pasando genial.
Juan y Leti que
estaban con días contados para llegar a Cartagena y tomaron la decisión de
seguir rumbo.
Un día después de la partida de los chicos la casa de Lina recibió
nuevas visitas, dos amigas francesas: Kiku y Galia, dos hermosas personas con
las que compartimos divertidas charlas
en un dialecto Colombiano-argento-Francés.
Luego de diez días de vivir con Lina y su familia, nos sentíamos
Colombianos, las arepas, la salsa y el buen tinto se nos transformo en un habito.
Sin dudas el eje Cafetero, no es solo café, sino gente
hermosa y cordial. No queremos ser repetitivos pero es increíble saber que no
hay barreras para comunicarse y que la buena onda es un lenguaje
universal. Gracias Ricardo y Madre y
Lina y familia, por hacernos sentir como parte de ellos. Ambos tienen ocho
personas que los van a recibir con los brazos abiertos en Argentina.
Matías y su vuelta por Colombia en 1 mes:
La historia de Mati había quedado en Quito en donde él se
adelanto al resto del equipo y cruzo la frontera Colombiana con Camila,
visitando las ciudades de Pasto, Popayán, Cali, Armenia hasta llegar a Bogotá,
en donde salió el Vuelo de nuestra amiga. Mientras Matías programaba el reencuentro
con los scoobynautas, se entero de la noticia de que sus amigos de Bs As,
Carlitos y Marcelo lo iban a visitar de “sorpresa” a Cartagena. Él desde Bogotá
empezó otra travesía y con el tiempo en contra
fue a recibir a los chicos al Caribe Colombiano, en donde paso catorce días
de vacaciones de sus “vacaciones”, haciendo de turista y disfrutando de los
privilegios de ser un mimado de sus buenos amigos porteños.
Gracias Marcelo y Charly por estar
siempre presente y jugarse todo para venirse a Colombia a visitar al
scoobytrip, prometemos que la próxima vez vamos a estar todos juntos!
Otro párrafo es para Beti y Victor, por otro envio de tan presiados “viveres”,
disfrutamos mucho de los alfajores, el fernet y dulce de leche (todavía hoy
tenemos la caja de havanna intacta para algún evento que amerite tamaño “lujo”).
El equipo estaba nuevamente completo en Armenia y con la
scooby lista para salir. Así que nos fuimos a Pereira, a la casa de Lina, nos quedamos
una noche y al día siguiente salimos para Medellín, donde nos reencontramos con
nuestra amiga Karena, con quien estuvimos en Cusco y fuimos al Machu Picchu.
Fuimos a visitarla a la casa, en Bello, que es en las afueras de la ciudad.
Como es costumbre en nuestro viaje, a los pocos minutos de haber llegado, y aun
sin que Karena este en su casa, ya estábamos bajando los bolsos para acomodarnos ahí… su familia nos
recibió muy bien y su mama nos hizo una rica comida de bienvenida.
Medellín es una ciudad grande, pero muy linda. Visitamos
algún que otro parque, salimos a “rumbear” por ahí, viajamos en el metro y
todas esas cosas que se pueden hacer en las ciudades de esas magnitudes.
A diferencia de Medellin, Bello es un lugar muy tranquilo,
donde se respira una paz bastante interesante. Desde la terraza de la casa,
teníamos una vista de toda la ciudad muy buena. Siguiendo nuestras costumbres,
nos quedamos más de lo que teníamos planeado en la casa de Kare, donde la
pasamos realmente bien. Pero las ganas de volver al mar hicieron que sigamos
viaje (intensificadas aun mas sabiendo que ese mar, iba a ser nada más y nada
menos que el Caribe).
Queremos agradecer a Kare y a toda su familia por todo lo
que nos ayudaron y por lo cómodos que nos hicieron sentir en su casa, como
siempre decimos, ya saben que en Argentina tienen amigos y casa esperándolos.
Salimos a la ruta con un nuevo destino: Cartagena de Indias!
Al fin la scoobyneta se acercaba a las costas del Caribe. Llegamos sin ningún
problema después de unas cuantas horas ininterrumpidas de viaje, donde la
scooby volvió a ser la misma de siempre, gracias a los arreglos de nuestro
amigo Pato llegamos a Cartagena sin ningún tipo de problemas.
Cartagena es una ciudad realmente impactante, aunque nos
sorprendimos al ver su playas, siempre tuvimos la idea de llegar a Cartagena y
ver esas playas con agua turquesa y arena blanca, y la verdad es que no es así,
no vamos a decir que son playas feas (porque muy lejos están de serlo) pero no
era lo que esperábamos. Recorrimos un poco esta ciudad plagada de historia y
leyendas, y nos volvimos a encontrar con Juan y Leti, de quienes nos habíamos
despedido en Armenia unas semanas atrás.
Ellos están trabajando en una pizzería y pocos minutos de
haber estacionado la scooby en la cuadra, ya teníamos unas riquísimas pizzas
esperándonos (Gracias chicos!! Estaban geniales).
Nuestra estadía en Cartagena coincidió con la VI Cumbre de
las Américas, que reunió a casi todos los presidentes de nuestro continente.
Logramos evadir todo tipo de control policial y la scoobyneta logro quedarse en
Getsemaní, la zona cercada y altamente custodiada por miles de policías
colombianos y otros miles de policías norteamericanos que trajo Obama.
En la pizzería también trabajaba Mariano, un amigo que
conocimos en Montañita y después de pasar unos días en Cartagena, nos fuimos
para Playa Blanca, para relajarnos del calor sofocante de Cartagena.
Playa Blanca merece un apartado en nuestra bitácora, sin
dudas uno de los lugares más lindos y tranquilos que conocimos en nuestro
recorrido.
Tenemos la fortuna de que haya coincidido nuestro primer aniversario en las rutas en semejante lugar! Paso un año con miles de historias, personas, lugares y cosas que nunca vamos a olvidar. Gracias a todos por estar siempre pendientes de nuestras andanzas y tirando buenas ondas para poder seguir, de verdad que son parte importante de nuestro viaje. En Playa Blanca nos dimos cuenta de algo que nos dijo un amigo, ¡SOMOS RICOS!
Como su nombre indica, sus playas están “Pintadas” por arena blanca
y un mar que difícilmente podamos describir en pocas líneas… con un degrade que
va desde el azul al turquesa, decorado con miles de peces de todos los colores
y tamaños que nadan alrededor de los corales, con una temperatura mucho más que
agradable y una calma que hace que uno se relaje con solo mirarlo un par de
segundos. Por si fuera poco, para acompañar semejate paisaje, los atardeceres
con un sol gigante y anaranjado que se esconde detrás del mar, hace que este
lugar sea lo más parecido al paraíso que conocimos.
No solo nos impacto de este lugar su hermoso paisaje, sino
también la calidad de gente que la habitaba, como por ejemplo, nuestro gran
amigo Poti, un loco lindo que vive en la playa hace un par de meses, con quien
compartimos comidas, mates y largas charlas a la luz de las velas en las que
aprendimos mucho sobre la vida en el mar.
Wilson fue otra gran persona que nos permitió vivir durante veinte días
en su quincho, que en temporada alta usa como restaurante. Gracias a él y a su
familia tuvimos los mejores amaneceres desde las hamacas que colgamos
estratégicamente a diez metros del mar. Como la isla (que en realidad no lo
es…) carecía de agua dulce, cada dos días teníamos que acercarnos con la
Scoobyneta al pueblo para abastecernos, y como ya éramos parte de la
“población” (entre comillas porque muy poca gente vive allí), realizábamos los
mandados para los amigos de la playa.
En esos días, Alan, que ya forma parte del scoobytrip hace
algunos meses, decidió volverse a Buenos Aires, donde lo espera un gran
acontecimiento: El nacimiento de su primer sobrino! Gracias Alan por todo, nos
vemos a la vuelta , prepara la parrilla Merlense que cuando llegamos hacemos
una comilona.
Como nos paso en muchos lugares que estuvimos, los turistas
solo disfrutaban de la playa un par de horas, y alrededor de las cuatro de la
tarde, el ferry que los traía al mediodía, los regresaba a Cartagena, así que
las mañanas y las tardes eran nuestras, como dice alguna canción.
Uno de nuestros amigos nos presto unas mascaras de snorkel, así
que durante las tardes, con el mar solo para nosotros, pasamos largas horas
nadando y jugando entre miles de peces, corales, y animales que ni siquiera
sabemos cómo se llaman.
Como nos viene pasando bastante seguido, nos resulta difícil
describir con palabras los lugares y momentos que estamos viviendo, así que
dejamos muchos detalles y personajes para convertir en anécdotas en nuestro
regreso.
Esta noche partimos rumbo a Santa Marta, dejando en
Cartagena grandes amigos que esperamos volver a cruzar más adelante.
Nota: Disculpen el desorden de algunas fotos en los álbumes,
pero subimos casi 1600 fotos y fue bastante complicado compaginar todo en tan
poco tiempo. No vamos a decir esta vez que prometemos escribir mas seguido,
porque sabemos que no vamos a hacerlo.
Un gran abrazo para todos!
3 comentarios:
Impresionante lo de ustedes scoobynautas.- Una reflexión que me surge tras observar las fotos subidas al blog, sobre todo las de Playa Blanca dónde muestran sus "rojos" atardeceres, sus noches de luna llena y que grafican de manera excelente la paz reinante en ese paraiso.- No me imagino (por más que me esfuerce) en como harán para reinsertarse, al regreso de su viaje, en la vida de Buenos Aires.-. ¿Se ven caminando al atardecer por la zona del obelisco?.- Un abrazo para los tres con el deseo de siempre: sigan convirtiendo sus sueños en realidades, que nada ni nadie podrá sacárselos de esa mochila de los recuerdos, que los acompañará por el resto de sus vidas.-
maravillosas fotos!!!!!!!!!!!! y apasionante el relato!!!!!!! sigan disfrutando esa aventura alucinante que eligieron vivir!!!!!!!!!!!! nosotros aquí la vivimos junto a ustedes!!!!! un abrazo enorme para los cuatro! recuerden que siempre la incluyo a la scooby! LOS AMOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!
f
Holaaaaa chicos!!!! yo los conocí antes de salir estaban arreglando la Kombi en la vereda!!! en la pater!!!!
tambien soy kombinauta y me encanta su viaje, vamos arriba!!!!!!!!!!!
desde el friiioooo gris de buenos aires,jajaja quería preguntarles un poco como lograron financiar el viaje, tiren una punta pa los viajeros!!!!! que sigan disfrutando muchooooooo les mandamos mucha pila desde aqui
abraso Kombinauta!!!!
Gisela
los veo y quiero viajarrrrrr!!!!!!!!!!!!!
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